Mis peludos
Aquí estoy, feliz, rodeada de mis peludos. Aunque nací en la ciudad, crecí a caballo entre el pueblo, el campo y los animales. Ese contraste entre lo urbano y lo natural moldeó mi forma de sentir el mundo.
Cada vez que encontraba algún animal enfermo, perdido o asustado, terminaba pasando unos días en casa de mis abuelos. Mi madre y mi abuela tenían una paciencia infinita… y mi abuelo siempre me apoyaba con una sonrisa cómplice.
Él fue quien me enseñó a amar el campo, a respetar la vida animal, a recorrer el pueblo en bici y, sí, también a practicar puntería con la escopeta de perdigones.
Esos recuerdos forman parte de mi identidad: una infancia libre, curiosa y profundamente conectada con la naturaleza.
Siempre quise ser veterinaria, pero la vida me llevó por otros caminos. Durante años trabajé con tecnología, “maquinitas”, en lugar de con corazoncitos. Sin embargo, nunca me alejé de los animales. Siempre han estado presentes, guiando mis decisiones y devolviéndome a lo esencial.
